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domingo, 4 de diciembre de 2011

TU ANSIEDAD ANTE LA MUERTE (y II ).

Hablamos en esta parte del DUELO, que no significa otra cosa  que el acúmulo de sensaciones emocionales, físicas y espirituales  que se sienten como respuesta a la pérdida y que no necesariamente  es en relación a la de un ser querido, sino que puede referirse también a  una mascota  o a alguna circunstancia importante   y vital . Es normal que ante la pérdida de una persona querida, se pase por un ciclo de emociones que se van a vivir como  oleadas en forma de enojo,  de engaño, de culpabilidad,  de vacío, de depresión, de tristeza, de ira y que van a ir generalmente acompañadas de actitudes, como falta de  apetito, falta de sueño, naúseas, así como,reacciones de tipo espiritual hasta el punto de llegar a plantearse sus creencias religiosas sintiéndose decepcionadas de su propia religión y, por el contrario otras  pueden encontrar refuerzo en su fe.

Suele ser difícil explicar estas sensaciones sobre todo cuando se está rodeado por otras personas que también sufren la misma pena por igual motivo, pero es importante saber que estas etapas por las que se pasa en este proceso de DUELO terminan desapareciendo y la vida vuelve a su normalidad, siendo lo importante saber que es así y en el caso en el que las sensaciones deriven en intenciones de suicidio, depresión severa o intentos de lesionarse es aconsejable buscar consejo y apoyo, bien en otras personas, bien en algún terapeuta que pueda redirigir el proceso y atenuarlo hasta que sea llevadero y desaparezca.

El alivio se puede encontrar en los buenos recuerdos de la persona fallecida, en mantener la mente "entretenida" en otras labores , en el ejercicio físico, en hablar con otros de la pérdida, etc...etc... Pero lo que no está bien es creer que la evasión como, por ejemplo, la bebida, las drogas, las actividades peligrosas, las medicaciones, etc...van a solucionar el sufrimiento. Simplemente lo van a enmascarar y las consecuencias cuando se vuelva a la realidad van a ser  mucho peores, es decir, como un efecto rebote similar al que se puede producir cuando de golpe dejamos de tomar una medicación consiguiendo  que el mal que se está tratando reaparezca más recrudecido.

En los días posteriores a la pérdida, las sensaciones suelen ser muy intensas o bien vivirse como si no fuera el tema con uno mismo, la sensación de volverse loco  es frecuente , también la impotencia, la ansiedad, incluso el pánico , la irrealidad y el resentimiento. Es frecuente que cuando el proceso desaparece es cuando muchas personas se dan cuenta de que " emocionalmente " han perdido un tiempo de su propia vida pero no por éllo hay que preocuparse , ya que, es inevitable pasar este ciclo por muy íntegros mentalmente que nos consideremos, lo único que cambiaría en este caso es la ayuda que la madurez y el sentido de la lógica proporcionan.

En muchos casos hay factores que agravan las sensaciones negativas que  se producen como son los casos antinatura , como es la pérdida de un hijo y la forma de esa pérdida. Es como si la Vida actuara al contrario de su propia ley.

Algunos consejos que pueden ayudar, es reconocer que la pena y la aflicción  son emociones normales, que interesa  reunirse con otros donde más fácilmente podemos  encontrar apoyo, hablar sobre la persona fallecida, sobre sus buenos recuerdos, hacer ejercicio para descargar tensión, no olvidarse de alimentarse, ya que , la parte física debe estar " en forma"  en estos casos ( aunque no se tenga apetito), hablar aunque no se tenga deseo de ello. Al final afluyen las palabras  o el llanto que es otro tipo de descarga.
Hay que huir de las frases hechas que nos dirijan, como..." tranquilo, que lo superarás"..." hay que enfrentarse a la vida"..." tienes que ser fuerte"... Nada de esto influye sobre  la forma en la que se vive  el DUELO, es uno mismo quien debe encontrar la manera de superarlo, así se sale más fuerte para enfrentarse de nuevo a la propia vida, a los propios problemas. Y no olvidarse nunca de que cuando nos sintamos más desesperados durante el transcurso del proceso, siempre podemos dirigir nuestros pensamientos a Dios para encontrar en él la fuerza que nos falta. Seguro que no nos arrepentiremos.