Traductor

miércoles, 25 de julio de 2012

AVANCE SOBRE MI LIBRO (SIDI- IFNI)

La ciudad no era muy grande. el centro neurálgico de Sidi-Ifni estaba ubicado en la Plaza de España engalanada por una preciosa torre que formaba parte de la Iglesia. Enfrente se abría una acogedora y típica  plaza adornada con bancos de granito en toda su periferia  circular y hermosas jardineras que en primavera dejaban asomarse a frondosas plantas decorativas, que con sus flores daban un aspecto encantador al conjunto...geranios...azucenas...lirios...
Un quiosco tubular de unos tres metros de altura y dos de diámetro servía de centro como macetero principal en una bandeja llena de variadísimos colores.Allí, a ese quiosco regentado por un ifneño, acudían después de la celebración de la misa la mayoría de los militares y los pocos civiles que habitaban en sid-Ifni. Iban a comprar el A.O.E. ( africa Occidental Española). Era el periódico local en el que se plasmaban las noticias de la región española ocupada.
Los chavalines, Enriquito entre ellos, y siempre acompañado de su amigo Platero ( también hijo de militar) se acercaban al quiosco..."¡Mohamed...dame un chicle bazooca y el TBO!"...Mohamed sonreía de manera paternal y les proposcionaba su infantil demanda..."¡Es una cincuenta!"...Pagaban y se iban correteando calle abajo con su literatura y sus golosinas.
La calle principal describía una ligera pendiente de medio kilómetro. Desprovista de asfalto ( era el año 1957) moría en una explanada donde se ubicaba el Hotel Suerte Loca. Unos cincuenta metros antes de esa plaza, a la izquierda estaba la vivienda donde vivía Enriquito con sus padres. Un gran portalón con la estructura  de arco de medio punto y color morado daba entrada a un amplio patio rectangular. Varias puertas en cada lado del perímetro interno daban entrada a distintas viviendas.
Una familia ifneña compuesta por el padre que se dedicaba a la agricultura y Fátima su mujer a la que se reconocía por su constante y melodiosa forma de cantar en árabe. Tenían dos hijas de  doce y nueve años que , como todos, iban a la escuela de la ciudad. Otra de las viviendas también  estaba ocupara por otra familia originaria del lugar. La mayoría de los padres  de quienes vivían allí eran militares como el padre de Enriquito, Carol y Toñi . Muchos eran moros que se encontraban integrados en el Ejército de por entonces Franco, en los distintos destacamentos  militares que rodeaban la ciudad. El padre de Enriquito estaba destinado en el Grupo de Tiradores de Ifni Nº Uno.




    
           A la izquierda parte de la forma circular de la Plaza de España



Por las mañanas un desvencijado camión militar los recogía y los distribuia a sus destinos para cumplir con sus obligaciones castrenses. Estos moros alistados en el Ejército Español fueron los que posteriormente, conformaron el detonante que hizo estallar la guerra en ese año (1957). Recogieron información suficiente de la logística militar hasta que  estuvieron preparados para iniciar la ofensiva con pequeños golpes de mano al principio.
Aquel domingo del mes de Octubre se hizo paso en la noche derrochando una claridad extraña, pero de una belleza sublime. Una suave brisa proveniente de la playa aromatizaba el ambiente con un salado olor a mar fresco.
Toda la familia, después de la misa se entretenía en el quiosco de la Plaza de España para adquirir el A.O.E...." ¡Enriquito!- le gritó su padre- ...¡No compres el TBO!...¡Ya te lo he comprado yo!..."
Enriquito se alegró. Su padre le daba cada domingo una moneda de 2´50 pesetas y tenía que distribuir ese capital entre el TBO ( lo coleccionaba), un chicle y el cine  por la tarde en el caso  de que la película fuese "tolerada para menores". Ese domingo tendría una peseta más, ya que no se la descontaría  de su sueldo  lo correspondiente  al TBO. Su padre le dió el coleccionable y con su amigo Platero se sentaron en un banco a vivir las aventuras de Carpanta...de la Familia Ulises...de Doña Urraca...
La madre de Enriquito bajó hasta la casa llevando en brazos a la pequeña Toñi ( de apenas unos meses ) y a Carol. Se dedicaría a poner en orden la casa y preparar la comida. El padre siguió hacia el Hotel Suerte Loca.
Una vez que Enriquito y Platero se habían saturado de viñetas , bajaron la calle principal y también se dirigieron al hotel. Iban como siempre, corriendo ( tenían  nueve años cada uno). Entraron en el hall del hotel y, como siempre, los domingos, se llenaba el local de militares, Jefes, Oficiales y suboficiales de los distintos destacamentos. Los hijos acompañaban a sus padres y luego se ponian a jugar entre los sillones del hall, jugaban a la "guerra" con pistolas imaginarias formadas por los dedos  índice y pulgar de las manos ( el pulgar hacía de percutor) Los padres se animaban quizás empujados por el efecto de los vermouts que iban ingiriendo acompañado de patatas fritas y algunas especialidades aromatizadas con especies de la zona.



El ambiente iba subiendo de  "intensidad". Las risas se dejaban oir apoyando el final de algún chiste y terminaban en sonoras risotadas que se abrían paso a través del humo que iba formando el tabaco. Todo rebosaba muy buen ambiente que , de pronto quedó truncado.
Las puertas del hall del hotel se abrieron violentamente. Todo sucedió muy rápido. el tableteo de alguna ametralladora o subfusil se dejó sentir acompañado de sonidos de armas cortas. El ruido de rotura de cristales, silbidos de los rebotes de los proyectiles, gritos de lamentaciones y de angustia llenaron el espacio de la estancia.La violencia era inusitada.
Enriquito notó que alguien lo empujaba violentamente y se encontró agazapado detrás de un sillón que estaba volcado sobre un lateral. El humo de las armas se fundió con el del tabaco impidiendo una visión clara de lo que estaba pasando.
De pronto se cerraron las puertas y todo acabó. Había sido muy rápido pero se eternizó para los que estaban allí. El silencio fué sepulcral durante unos segundos y pronto  se empezaron a escuchar gritos de auxilio y dolor...frases incoherentes...preguntas..."¿qué ha pasado?"...exclamaciones..."¡Dios mío!"...
Poco a poco se fue disipando el humo y quedando el olor a pólvora. Muchos cuerpos yacían inertes diseminados por el hall...algunos se movían...otro gritaban...
Lo primero que distinguió Enriquito fue la figura de su padre que lo cogía en brazos...Lo apretaba en brazos contra su pecho..."¡Cómo estás!"...Él le había dado un empujón en el momento del tiroteo y aquello le salvó la vida, posiblemente.
Mientras se abrazaba a su padre con fuerza y con el cuerpo lleno de miedo, miró  por encima del hombro de su padre  y vió a su amigo Platero. Estaba entre dos sillones, desde allí Enriquito podía ver sólo medio cuerpo. Los ojos desorbitados, los brazos en cruz y un enorme agujero se adivinaba en su pequeño tórax. No se movía.
Este fue uno de los golpes de mano que se dieron al principio de lo que iba a ser la guerra. La guerra de Sidi Ifni.
Poco tiempo después  el padre de Enriquito ascendía en la escala militar y lo destinaron a Melilla donde residieron bastantes años. Años de colegio, años de adolescencia. Pero esta es ya otra historia.

( Esta narración corresponde al tercer capítulo del libro autobiográfico que estoy escribiendo y de donde saldrán muchas historias, interesantes,  normales y comprometidas  para algunas personas. El libro se llamará "EL MEDICO AL QUE VISTIERON DE NEGRO EN UN PARAÍSO GRIS). Un abrazo.